Fue en algún momento del invierno de 1987. Recuerdo mi sobretodo negro que me acompañaba a todas partes y mi pullover rojo con rombos negros que daba abrigo a mi corazon acelerado de 23 años de edad.
Buscaba algo que no sabía que y merced a un empujoncito de la sabia incertidumbre, dí con un grupo que se llamaba elam vital. Estos eran seguidores de un guru Hindú llamado Maharashi, un buda moderno que recorría el mundo a bordo de un avión privado.
Era un grupo de discípulos muy top. Entre ellos, había músicos famosos y gente muy adinerada que prestaba sus propiedades para realizar los encuentros. Recuerdo una quinta antigua y fabulosa en las barracas de San Isidro, donde estuvimos todo un sabado hablando del conocimiento; el objetivo al que nosotros aspirábamos acceder y cuya adquisición era celosamente custodiada como un secreto industrial.
En ese proceso, una tarde, camine durante horas prestando atención solo a mi vientre, subiendo y bajando por la respiración. Era una tarde fría, pero a mi no me afectaba. Una dulce tibieza me envolvia por dentro, como si un sutil film de gozo, envolviera el centro vital de todo mi sentir. Amante de las causas y los efectos, atribuí dicho bienestar a la liberacion de un proceso fisiologico que respondía a la oxigenación concentrada por mi voluntad de respirar, pero dicho momento cognitivo, se disolvió ante la presencia del atardecer en Plaza San Martin. La luz del sol, el verde de los árboles peremnes y la delgada hibernación de los estacionales, se presento ante mis ojos de una manera totalmente nueva. Aquel pedazo de existencia terrenal, fue percibida como un trozo concreto del planeta que estaba tan vivo, como yo.
Esa mirada directa de la realidad, mas alla de mi, vino acompañada de una sensación física de calma y profundidad, realmente alucinante. Mi mentalidad rectangular y científica me advirtió que a lo mejor estaba siendo victima de una alucinación. Tenia algunas razones para dudar de mi integridad mental por aquella época. Pero un saber nuevo y convincente, aplaco ese temor con una certeza que aun me acompaña. Esto es todo lo opuesto a una alucinación. En realidad es la primera vez en años, que no estas en una pensé.
Aquel bienestar se extendió casi por 48 horas. En ellas, me di cuenta que la sensación gozosa que me embargaba no era del todo desconocida. La había percibido siendo muy niño, cuando estaba en paz con la existencia y cada cosa que me pesaba, era nueva. Esas 48 horas modelaron todo mi futuro, podría decir que fue como un baldazo de curación psicológica de naturaleza milagrosa.
Cuando la sensación cesó, pensé que repitiendo los mismos pasos, volvería a percibir nuevamente aquella delicia de momento. Pero no tuve exito. Aquel era un destino exotico que se manifestaba en raras ocasiones.
No aprobe el curso de aspirante al conocimiento secreto del guru Maharashi. Me importo un verdadero huevo. Íntimamente sentía que la misma existencia me la había brindado. No se lo digan a nadie. Es un secreto intimo entre el Universo y yo.
De todo aquello me quedaron muchas cosas. Una mirada mas luminosa que a veces hace sospechar a la gente de que estoy drogado. La búsqueda del esplendor del sentir interior y una filosofía de la intuición y la incertidumbre como compañeros de ruta.
Esta es la historia de uno de los trozos mas hermosos de mi vida.